En Cuba se han vivido duras experiencias relacionadas con el dengue, tal vez una de las más impactantes por quienes peinan canas data de 1981, cuando el dengue hemorrágico le arrebató la vida a 101 niños, siendo la epidemia más grande reportada en las Américas hasta hoy.
De esa pérdida irreparable aprendimos a no confiarnos cuando se trata de esta enfermedad en edades pediátricas, la cual desde hace cerca de una década hace presencia perenne y cada agosto es como si pusiera a prueba la capacidad del sistema sanitario para responder de manera eficiente y oportuna, ante el incremento de casos ingresados con signos de alarma.
La reciente advertencia en el perfil institucional del Hospital Pediátrico de Holguín, Octavio de la Concepción de la Pedraja, sobre el incremento de casos de dengue a las claras es un mensaje a las familias del territorio: ante el inicio de un síndrome febril en niños se debe acudir a los servicios de salud, para una evaluación oportuna. El hecho de que se encuentren con circulación predominante los serotipos tres y cuatro representa un riesgo elevado para la población pediátrica, por asociarse con las formas graves de esta enfermedad.
Estamos ante una enfermedad de amplio espectro clínico que puede cursar con un cuadro casi imperceptible hasta traer aparejada la aparición de serias complicaciones. Entre las medidas claves adoptadas en el entorno hospitalario se encuentran la vigilancia de síntomas de alarma, el manejo clínico estricto con la administración de hidratación oportuna, ya sea oral o intravenosa, el monitoreo de los signos vitales y la realización de hematocrito y plaquetas para detectar posibles complicaciones.
También es aconsejable evitar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, conocidos como AINE, como el Ibuprofeno y la Aspirina, por incrementar el riesgo de sangrado. Como parte de la prevención intrahospitalaria se exige el uso de mosquiteros en áreas de hospitalización. Resulta esencial incorporarle a los enfermos agua y electrolitos, de ahí la recomendación de administrarles sales de rehidratación oral.
Entre los principales signos de alarma a tomar en cuenta sobresalen dolor abdominal, vómitos y diarreas que pueden conllevar, incluso, a la deshidratación. Además la aparición de sangramientos, en el caso de las adolescentes fuera del ciclo menstrual y en otras edades, hemorragias espontáneas en las encías. También se debe mantener bajo vigilancia la aparición de líquido en cavidades o pulmón, desmayos, irritabilidad o somnolencia.
Aunque desaparezca la fiebre no significa que haya pasado el peligro, a partir del tercer o cuarto día puede presentarse una disminución de plaquetas, leucocitos y aumento de la concentración de la sangre, conocido como aumento del hematocrito. Contrario a lo que se cree la presencia de rash tampoco significa gravedad o no del paciente.
En el pediátrico de Holguín funcionan equipos de evaluación multidisciplinarios integrados por pediatras, especialistas en Medicina General Integral y personal de enfermería, quienes trabajan unidos en función de lograr la mejoría de los infantes. Además se realizan capacitaciones sistemáticas al personal en el manejo pediátrico.
Se debe tomar en cuenta que en la medida en que coexistan varios serotipos de dengue, potencialmente aumenta el riesgo de la aparición de formas graves en los niños, especialmente en quienes ya tuvieron infección previa por otro serotipo, conocida en el argot médico por inmunización heteróloga.
La acción inmediata tanto de las familias como del personal de salud puede salvar vidas. La lógica indica que la prevención y el tratamiento oportunos se traducen en una alta probabilidad de reducir complicaciones.
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