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Informe Kinsey: las grandes controversias sexuales

Alfred Charles Kinsey fue uno de los pioneros de la investigación sexual humana moderna. Si bien su educación universitaria lo preparó cómo entomólogo, su contribución más importante a la humanidad, debido a la cual ganó renombre, fue su estudio sobre el comportamiento sexual de hombres y mujeres.

Kinsey estudió en la Universidad de Bowdoin, en Maine, entre 1914 y 1916. Recibió su doctorado en biología en la Universidad de Harvard en 1919. Fue a la Universidad de Indiana como profesor auxiliar de zoología en agosto de 1920, donde ganó una reputación académica sólida por sus pruebas biológicas y sus investigaciones. En 1938 asumió la coordinación del nuevo curso matrimonial esa universidad, para luego comenzar a recolectar historias del comportamiento sexual de los estudiantes.

El Informe Kinsey fue el resultado de un estudio científico publicado en dos libros: Comportamiento sexual del hombre (1948) y Comportamiento sexual de la mujer (1953).

Algunos consideran que fue la mayor revolución de la percepción de la sexualidad conocida hasta hoy, opinión que no todos comparten.  Ahora bien, no existe la menor duda acerca de que estos trabajos tuvieron una gran influencia en el cambio de actitudes sobre la sexualidad de la época. Sus principales campos de trabajo los dedicó al orgasmo, a la masturbación y a la homosexualidad.

Kinsey escandalizó a sus lectores, en numerosas ocasiones, con la presentación de los  datos de su estudio

Una de las alarmas sociales más relevantes la provocó su concepto de “continuum”, donde establecía que existe una gradación de deseos frente a la orientación sexual entre la homosexualidad y la heterosexualidad exclusivas. En este mismo informe hizo patente que una tercera parte de la población adulta había tenido algún tipo de conducta homosexual a lo largo de la vida.

Kinsey y colaboradores realizaron entrevistas de completa confidencialidad a unos 12 mil hombres y mujeres. Generaron gran sorpresa en 1948 al sacar a la luz comportamientos que habían permanecido en la más estricta intimidad y de los que no se hablaba en la comunidad científica ni en la sociedad. Ayudó a desterrar mitos y evidenció que conductas consideradas marginales o inmorales eran practicadas por un alto porcentaje de la población, como la masturbación en ambos sexos, la homosexualidad y la bisexualidad, o la temprana edad de iniciación sexual.

Los estudios de amplia base de este sexólogo, se han comentado y analizado críticamente en mayor medida que cualquiera de los realizados en fecha posterior. Por su importancia histórica vale la pena revisar cómo se llevaron a término.

Su equipo recopiló información valiéndose únicamente de entrevistas personales, para lo cual se emplearon técnicas muy refinadas con el objetivo de ganarse la confianza de las personas que aceptaron participar en las investigaciones, evitando el empleo de preguntas capciosas. La entrevista utilizada la constituían unas 300 preguntas, por lo que se precisaba de gran pericia para realizarla.

Aún cuando la técnica de entrevista de Kinsey aparece como un modelo a imitar, la misma, concebida en un principio para estudiantes universitarios, no estaba bastante perfeccionada para seguir el ritmo de las incidencias que surgían durante la investigación. Las principales críticas metodológicas realizadas apuntaban a las técnicas de muestreo empleadas. A pesar de las notables dimensiones de la muestra, cinco mil 300 varones en el primer estudio y cinco mil 940 mujeres en el segundo, esta distaba mucho de ser representativa de toda la población estadounidense.

Informe Kinsey: las grandes controversias sexuales 0En el mismo año de la publicación original, el comité de la Asociación Estadounidense de Estadística, incluyendo al notable estadista John Tukey, condenó el procedimiento de muestreo. Tukey fue quizás el más crítico, afirmando que «una muestra al azar, de tres personas hubiera sido para el Sr. Kinsey mejor que un grupo de 300 elegidas».

No obstante los estudios del profesor de la Universidad de Indiana significaron un importante aporte en la investigación sexológica. El comportamiento sexual en el hombre, de 1948, a partir de más de cinco mil 300 entrevistas personales con hombres de raza blanca, arrojó una serie de conclusiones acerca de la homosexualidad:

 

 

·         El 37 por ciento de los hombres entrevistados experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual a partir de la adolescencia.

·         El 13 por ciento de los varones sintieron deseos homosexuales, sin que se produjera por ello contacto físico alguno.

·         El 25 por ciento de ellos tuvieron experiencias homosexuales no incidentales entre las edades de 16 a 55 años.

·         El 18 por ciento mantuvieron igual número de relaciones heterosexuales que homosexuales, durante un período mínimo de tres años, de los 16 a los 55 años.

·         El 10 por ciento tuvo una conducta estrictamente homosexual durante un período de tres años como mínimo y entre las edades ya reseñadas.

·         Sólo un 4 por ciento manifestaba una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida y ya manifiesta durante la adolescencia.

·         La homosexualidad existía a todos los niveles sociales y ocupacionales.

Para su trabajo de 1953 sobre el Comportamiento sexual en la mujer, Kinsey realizó cinco mil 490 entrevistas a mujeres blancas de las cuales el autor deduce que:

·         Un 13 por ciento de mujeres habían experimentado algún orgasmo homosexual a partir de la adolescencia.

·         Sólo un 3 por ciento de las mujeres habían sido predominantemente homosexuales durante un periodo de 3 años como mínimo.

·         Las mujeres, en contraste con los hombres, no solían ser promiscuas y tenían sus relaciones homosexuales sólo con 1 ó 2 compañeras en el 71 por ciento de los casos.

Las conclusiones de Kinsey diferían radicalmente de la apreciación de la homosexualidad como fenómeno minoritario. La mitad de los varones de la muestra estudiada habían tenido al menos una experiencia homosexual, a nivel físico o de fantasía, aunque era muy frecuente que hubieran tenido más de una, o incluso una vida homosexual exclusiva.

Por tanto este tipo de orientación sexual no era excepcional, lo que infería que la homosexualidad no era un índice de patología mental, como sostendrían posteriormente Churchill en 1967, Silverstein en 1972, o Martin y Lyon en el mismo año. Ellos argumentaron en sus estudios que la mayoría de los homosexuales se identifican con su propio sexo, al contrario de lo que a menudo se considera en cuanto al afeminamiento del varón o la masculinización de la mujer.

Informe Kinsey: las grandes controversias sexuales 1Gran repercusión ha tenido hasta la actualidad la división en grados de la tendencia sexual (Escala de Kinsey), en la que entre la homosexualidad y la heterosexualidad exclusivas se establecieron una serie de grados de bisexualidad, considerados válidos para muchos investigadores hasta hoy. En el estudio se estableció una escala de 7 grados que van desde la absoluta heterosexualidad hasta la homosexualidad completa, pasando por varios grados de bisexualidad; se afirmaba que gran parte de la población es en algún grado bisexual y que la mayoría de las personas se encontraban dentro del número 1 o 2 de esta escala.

Alfred C. Kinsey murió en 1956 a los 62 años, dejando el Kinsey Institute for Sex Research como un legado a la investigación sexual. En su época fue el impulsor de un cambio de actitud frente a la orientación homosexual, que se vio recompensado por la erradicación de la homosexualidad como desviación sexual. Se ha de considerar, sin duda, un gran innovador en el conocimiento de la sexualidad humana.

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