Marta Caridad Mosquera Rosell, editora, cultura, Holguín
Marta Caridad Mosquera Rosell, diseñadora de libros por la Editorial Oriente y Premio Nacional de Diseño del Libro 2012. Foto: Archivo

Marta y la magia del diseño de libros

Marta Caridad Mosquera Rosell  premio nacional de Diseño del Libro 2012 ha dejado profunda huella en las provincias orientales, en general, y en Holguín, en particular. Numerosos libros publicados por la editorial Oriente de holguineros fueron diseñados por ella para entregarlos a la impresión. No dudamos en entrevistarla como justo reconocimiento y homenajes de escritores, historiadores y poetas holguineros cuyos libros fueron embellecidos por la imaginación y las manos de esta incansable trabajadora. Sus respuestas alcanzaron cierto matiz mágico cuando comenzó a narrar sobre sus viejas raíces orientales. En fin, démosle la palabra a Marta Mosquera como la conocemos sus admiradores.

Nací el 29 de julio de 1948 en Santiago de Cuba. Fui criada por mis abuelos Albertina Rosell de la Torre y Ramón Mosquera Fernández. Ramón era el varón de tres hermanos, nacidos en una familia pudiente venida a menos. Trabajó en disímiles oficios, desde edad temprana, para mantener el status de sus hermanas y casarlas con buenos partidos, como así fue.

Albertina pertenecía a una de las 10 familias más importantes de la burguesía santiaguera, los Rosell y también los de la Torre. Era amiga de las hermanas de Ramón que frecuentaban los bailes de las grandes familias adineradas. Albertina desafió a su familia y se casó con el don nadie Ramón y fue desheredada como en el más puro cuento de folletín de la época.

Ramón era muy culto y gran lector, rosacruz, masón, radiotelegrafista, dominaba cinco idiomas y tenía correspondencia con varios países en sus idiomas originales.

Entre los oficios que desempeñó en su juventud estuvo el de bombero, ahí contrajo una bronquitis crónica que se incrementó con los años, lo que le impedía dormir acostado, se pasaba las madrugadas en una silla de extensión, leyendo con un velador, así lo conocí, así lo recuerdo.

Él me enseñó a leer antes de los cinco años en El paraíso perdido, de Milton. Era un libro muy lindo de páginas blancas con dibujos impresos en tinta roja. Mi abuelo me inculcó el amor por los libros y la pasión por la lectura.

Estudié todos mis grados escolares en Santiago de Cuba. A los 15 años ingresé en la Academia de Artes Plásticas José Joaquín Tejada, donde aprendí lo básico del dibujo, la pintura y modelado en barro. Luego entré en la Escuela Nacional de Arte en La Habana. Ahí tuve como profesores a Martínez Pedro, Antonia Eiriz, Masiques, Fernando Luis, entre otros, y a Félix Beltrán que impartía diseño.

Con Beltrán y Martínez Pedro tuve mis primeros acercamientos al diseño en general, esto me serviría para mi entrada a la Editorial Oriente, cuando se estaba gestando en 1970. Enseguida me incorporé a trabajar allí como adiestramiento con el equipo que preparaba un libro sobre “la zafra de los 10 millones”. En el equipo se encontraban los mejores diseñadores del momento: Morante, Raúl Martínez, Cecilia Guerra, y en la edición estaba, entre otros, Wichy Nogueras.

Después del fracaso de la zafra, no se terminó el libro y estuve entrenándome en el diseño en la Editorial Arte y Literatura del Instituto del Libro, como realizadora de Raúl Martínez. Ahí trabajé con él, en la creación de la colección Dragón, con los libros El asesinato de Roger Ackroyd, de Agatha Christie, La nebulosa de Andrómeda y otros muchos éxitos de esa época.

De vuelta a la Editorial Oriente trabajé en el primer libro de la editorial, Uvero, el cual pasó sin penas ni glorias, pero seguimos trabajando todos los temas que nos llegaban desde las cinco provincias orientales. Ese era el principal objetivo de Oriente: publicar a los muchos y valiosos autores del Oriente de Cuba.

Luego tuve entrenamientos con grandes diseñadores como el alemán Albert Karp, el japonés Shigeo Fukuda, el cartelista polaco Jodlowski y el arquitecto y diseñador argentino Frascara, así como los maestros cubanos Raúl Martínez y Esteban Ayala, entre otros.

En mi opinión, el libro como objeto valioso debe ser tratado como tal. Cuando llega un original a mis manos, aunque viene con una síntesis del editor sobre el tema y el autor, generalmente no me conformo con eso, en muchos casos leo algunos capítulos para entrar en materia y en otros me leo el libro completo, también escucho las ideas del autor si puedo comunicarme con él, todo lo que me sirva para captar el espíritu del libro es válido y necesario para crear un buen diseño.

Para mí, la imagen gráfica del libro debe responder al contenido, al espíritu, no solo al título que muchas veces es abstracto y no nos dice mucho al lector, siempre me pongo en el lugar del lector, del posible comprador.

Una imagen puede dibujarse, generarse de manera digital o tomarse de otro contexto, el diseño también es eso, tomar algo que ya está hecho y darle un nuevo sentido, por ejemplo para la cubierta de El secreto de la alegría, de Alice Walker, utilicé la silueta de la cabeza de un grabado de Eduardo Roca, Choco, solo la silueta, que luego cubrí con un cielo azul de nubes blancas, ese cielo es una imagen importante al final del libro. A mí me parece, que ese diseño ilustra muy bien la manera en que yo enfrento el reto de traducir en imágenes lo que nos dice el autor. A la autora le gustó mucho esa cubierta.

Yo no tengo preferencias por un estilo de ilustración, tomo lo que necesito de donde lo encuentre, siempre que responda a lo que busco al diseñar. He trabajado bien con las obras de artes plásticas de los artistas santiagueros. La colección Heredia, creada en 1988, la trabajé con esas obras de arte para ilustrar la cubierta y el interior, tomaba la imagen o el fragmento que consideraba adecuado para mostrar la esencia del tema en cuestión y además incorporaba los datos de esos artistas en una de las solapas del libro. Esta colección fue muy premiada en el Concurso Nacional del Arte del Libro en 1989. Ahora eso puede ser práctica común, utilizar obras de arte en los diseños, pero con la colección Heredia, de esa manera, era la primera vez. De hecho creo que ese aporte fue, entre otros valores posibles, lo que me permitió obtener el Premio Nacional de Diseño del Libro en 2012.

El diseño del libro no es solo la cubierta, el interior no es menos importante, el diseño interior es una estructura que debe respetar los espacios blancos que enmarcan la caja tipográfica, que son cabeza, pie, falda y medianil, las entradas de capítulo, las capitulares, los títulos y subtítulos, las tablas, los mapas, ilustraciones, partes, folios explicativos o no, portadas, portadillas, etc. Hay una serie de reglas que permiten al lector sentirse cómodo con la lectura, encontrar con facilidad las páginas…, etc.

El formato del libro no lo decide el diseñador, pero puede opinar, sugerir, cuando se está proyectando una colección, por ejemplo.

La selección del formato tiene que ver con varios aspectos: los formatos que tiene la industria impresora con la que va a trabajar la editorial, o los que permitan optimizar el papel que hay disponible, o los formatos más adecuados según la temática, infanto-juvenil, científico-técnica, Medicina, literatura, es decir, la selección de un formato tiene muchas adecuaciones.

La Editorial Oriente, que es “Una Editorial Para Todos”, me ha permitido incursionar en diferentes temáticas, aunque prefiero los de literatura, los libros de arte y arquitectura, uno de mis diseños más logrados fue Carlos Segrera, arquitecto. Iniciador del progreso arquitectónico y urbanístico de Santiago de Cuba en el siglo xx, en colaboración con la Oficina del Conservador de la Ciudad.

Los diseños los aprueban los editores, los autores y la dirección de la editorial y si es necesario el Consejo Asesor. El editor es el máximo responsable del libro, debe estar al tanto, siempre, de lo que está proyectando el diseñador y mostrarle al autor un proyecto lo más completo posible.

Siempre he trabajado con la Editorial Oriente, pero al crearse las editoriales del sistema RISO, pude vincularme como asesora en las editoriales de las provincias de Guantánamo, Holguín y Bayamo. También trabajé en Ediciones Santiago, donde gané el concurso para su logotipo.

Conocer las características de la imprenta con la que la editorial trabajará sus libros es muy importante, no solo por los formatos sino también por las tintas en existencia, los tipos de papel, entre otros. El desconocimiento de esas características puede implicar un desastre en el resultado final de la impresión.

Un libro terminado es el resultado de muchas especialidades, pero el toque final es la impresión, que puede salvar o no un buen diseño.

Con respecto a mi superación personal, pues siempre estoy actualizandome, luego de las escuelas de arte, los cursos y talleres referidos al diseño del libro, me gradué de profesora instructora de Artes Plásticas, de licenciada en Historia del Arte, Título de Oro, por la Universidad de Oriente y máster en Estudios Cubanos y del Caribe con una tesis sobre la imagen gráfica de la ciudad, donde propuse una representación simbólica para Santiago de Cuba, La Espada de Plata de Santiago. Esta imagen se ha mantenido en los logotipos creados para los aniversarios cerrados de la ciudad, desde el 485 hasta el aniversario 500.

He impartido conferencias y talleres en varia provincias de Cuba y de República Dominicana. También he diseñado para España y Estados Unidos. Fui profesora de la filial del Instituto Superior de Arte en la especialidad de teatro, impartiendo Diseño Escénico y Vestuario Teatral. Me mantengo vinculada profesionalmente, a los grupos de teatro de la ciudad.

Además de diseñar libros y diseño escénico, diseño carteles, revistas, folletos, marcas y logotipos, vallas y diseño urbano. He realizado cuatro exposiciones personales, con la máxima de “Todo se Diseña”.

A lo largo de mi carrera he obtenido numerosos premios y reconocimientos entre los que se destacan los 11 premios del VII Concurso Nacional El Arte del Libro en 1989, por los diseños de la colección Heredia y el libro Cuentos de la Vida y la Muerte, con ilustraciones de Julia Valdés.

Miembro destacada de la Uneac, y de la Asociación de Comunicadores Sociales, cuento, entre otras, con la Distinción Nicolás Guillen, El Sello de Laureado, la Medalla por la Cultura Nacional, el Premio Espacio por la Obra de la Vida, el Premio de la Comunicación, el Premio Crecemos de la Fundación Caguayo y el Premio Nacional de Diseño del Libro 2012.

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