Inclusión digital en la sociedad
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Inclusión tecnológica, la clave para una sociedad digital justa

La información fluye a la velocidad de la luz y la tecnología permea todos los aspectos de nuestra vida, la brecha digital se erige como un muro invisible que separa a quienes tienen acceso y habilidades para desenvolverse en Internet de quienes quedan marginados, y cerrarla no es solo una cuestión de justicia social, sino una necesidad imperante para construir una sociedad más equitativa, próspera e inclusiva.

La brecha digital se manifiesta en múltiples dimensiones. No se trata únicamente de tener a mano un dispositivo o conexión a Internet, sino también de poseer las habilidades necesarias para utilizar la tecnología de manera efectiva y crítica. La falta de acceso a la infraestructura, la asequibilidad, la alfabetización digital y la confianza en la tecnología son barreras que impiden a millones de personas participar plenamente en la sociedad digital.

Las personas sin tecnología digital quedan rezagadas en el ámbito educativo, laboral, económico y social. Pierden oportunidades de aprendizaje, empleo, emprendimiento y participación ciudadana. Se ven limitadas en su capacidad para obtener información, servicios y recursos esenciales. En un mundo donde cada vez más trámites se realizan online, la brecha digital se traduce en una nueva forma de exclusión social.

¿Quiénes son los más afectados por la brecha digital? Los grupos más vulnerables, como las personas mayores, con discapacidad o de bajos ingresos; las comunidades rurales y las minorías étnicas, son quienes enfrentan mayores dificultades para acceder a la tecnología y adquirir las habilidades necesarias.

Para construir una sociedad digital justa es fundamental implementar políticas públicas que promuevan la inclusión tecnológica de manera integral. Ampliar la cobertura de internet de banda ancha, especialmente en zonas rurales y remotas, garantizando un acceso asequible y de calidad es una manera de avance.

Otra forma pueden ser cursos y talleres gratuitos para enseñar a las personas a utilizar la tecnología de manera segura y efectiva. Crear contenidos y aplicaciones que sean accesibles para personas con discapacidad, utilizando tecnologías de asistencia y diseño inclusivo. Y no menos importante, educar a las personas sobre los riesgos de la tecnología, como el fraude online y la desinformación, y promover el uso responsable y seguro de internet.

Cerrar la brecha digital no es solo una tarea técnica, sino un compromiso ético y político. Es una inversión de futuro, una apuesta por la igualdad de oportunidades y la construcción de un mundo donde todos puedan participar plenamente en la era digital. Si queremos una sociedad más justa, próspera e inclusiva, debemos priorizar la inclusión tecnológica y garantizar que nadie quede atrás.

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