“¿Doctor, qué me puede indicar para la memoria? Últimamente todo se me olvida… ¿Será que tengo Alzheimer?” Con esta interrogante llegan muchas personas a la consulta de psiquiatría.
Las llaves, el celular, una cita, lo que había que comprar en el supermercado… No encuentro la agenda, dónde dejé mis espejuelos, se quemó lo que tenía en el horno, tengo su nombre en la punta de la lengua, pero caramba no lo recuerdo… y así muchos perdemos y olvidamos cosas varias veces al día.
Pero ¿cómo saber cuándo se trata de un despiste por mera distracción y cuándo de un incipiente problema de salud?
A la mayoría basta con hacerle algunas preguntas sencillas, o utilizar algunas técnicas de exploración, para descartar lo que ellos consideran un problema de salud complicado. El mayor temor que tienen es presentar una demencia u otro proceso patológico importante del Sistema Nervioso Central. Es necesario saber que se pueden presentar trastornos de le memoria por diferentes causas, el Alzheimer, y las demencias en general, tal vez constituyan la causa más dramática y severa, pero no la única. Existen otras razones por las que pueden presentarse ciertas fallas de memoria, tales como el agotamiento, el estrés, la ansiedad, la depresión y los trastornos de adaptación ante situaciones conflictivas de la vida que provocan ciertos desajustes y síntomas.
En muchos sentidos, nuestros recuerdos nos hacen ser quienes somos, son parte fundamental de nuestra esencia. ¿Qué sería un ser humano sin recuerdos? Pero para que estos perduren necesitamos de la memoria, un concepto que, a pesar de ser mencionado por todos, desconocemos en profundidad. En este artículo intentaré explicar con la mayor precisión posible sobre este proceso psíquico superior.
La memoria es la capacidad mental que permite fijar, conservar y evocar, o sea, recordar, información de situaciones que el sujeto percibe como pertenecientes al pasado. Además de estos procesos, la memoria tiene otra función que le es necesaria: el olvido.
Se trata de una función del cerebro que resulta esencial para nuestro aprendizaje y, por tanto, para nuestra supervivencia. Gracias a ella podemos adaptarnos mejor a las necesidades de nuestro entorno. Hace referencia a una capacidad mental cuya función es codificar, almacenar y recuperar información. Es decir, nos permite guardar experiencias, sentimientos, sucesos, imágenes o ideas. En definitiva, cualquier elemento que pertenece a nuestro pasado.
Desde un punto de vista morfológico, la memoria está estrechamente relacionada con el hipocampo, pero cabe señalar que son varias las regiones del cerebro que influyen en el proceso. Resulta interesante mencionar que el significado de las palabras se almacena en el hemisferio cerebral derecho, los recuerdos de la infancia se conservan en el córtex temporal, mientras que los lóbulos frontales se hacen cargo de la percepción y el pensamiento.
Existen tres formas diferenciadas de memoria: inmediata, a corto plazo y a largo plazo.
· La memoria inmediata, es la que permite conservar información por un corto período de tiempo. Esta memoria almacena de forma breve la gran mayoría de las experiencias sin ningún tipo de elaboración. La misma se ve muy afectada por la atención y el nivel de conciencia. Es decir, si no se atiende activamente lo que se hace o nos dicen, no se podrá recordar con facilidad.
· La memoria a corto plazo, es un proceso posterior a la memoria inmediata que requiere de cierta elaboración de la información. Esta puede retener el recuerdo hasta unos treinta segundos antes de perderse. Pasado este tiempo la información se almacena en una memoria más estable… o se olvida. La capacidad de la memoria a corto plazo es limitada. Cuando los elementos a recordar están organizados en forma de palabras, frases o con musicalidad, se aumenta considerablemente la capacidad de recordar. La información se puede retener de forma ilimitada si la vamos repitiendo de forma sucesiva. Es lo que hacemos cuando pretendemos recordar un número telefónico antes de anotarlo en la agenda.
· La memoria a largo plazo, es el almacén donde la información queda recogida de forma más permanente y estable. En ella el olvido es más lento y progresivo, pero no es inexistente. El almacenamiento en la memoria a largo plazo no es un proceso pasivo, la información tiende a simplificarse y distorsionarse con el paso del tiempo y la acción de nuestras emociones. Por lo general se minimizan las experiencias aversivas o negativas y se maximizan las positivas.
En la memoria a largo plazo, se distinguen tres tipos de información básica
1- Memoria episódica: Se refiere al tipo de información almacenada en la memoria a largo plazo cuando esta tiene que ver con nuestra propia experiencia personal. Se encuentra especialmente ligada al tiempo y al espacio. Recordar lo que comimos ayer forma parte de la memoria episódica.
2- Memoria de procedimiento: Se refiere al tipo de información almacenada en la memoria a largo plazo cuando esta tiene que ver con la memoria abstracta a la que no tenemos acceso consciente, por norma general. Recordar la forma en que se monta una bicicleta, después de cierto tiempo, depende de la memoria de procedimiento.
3- Memoria semántica: Se refiere al tipo de información almacenada en la memoria a largo plazo cuando esta tiene que ver con aspectos abstractos e intemporales. Recordar la definición de un concepto depende de la memoria semántica.
Existe una estructura cerebral indispensable para la memorización formada por la corteza temporal medial, y en especial, por el hipocampo, denominado así porque tiene forma de caballito de mar, y el diencéfalo, específicamente el tálamo.
Las técnicas de neuroimagen funcional, como la tomografía por emisión de positrones, han contribuido a identificar las estructuras cerebrales que se activan durante el aprendizaje de determinadas tareas, y también a identificar las áreas cerebrales que intervienen en la memoria de trabajo. Por ejemplo, la amígdala cerebral aporta el componente emocional de la memorización. Desde el punto de vista bioquímico se ha implicado a la acetilcolina como neurotransmisor específico de la memoria.
Por supuesto, los procesos de aprendizaje están íntimamente relacionados con la capacidad de memorizar. Téngase en cuenta que el aprendizaje es el proceso de adquisición de nueva información, mientras que memoria se refiere a la persistencia del aprendizaje, o sea se trata de un estado relativamente permanente que puede ser puesto de manifiesto en un tiempo posterior.
En ocasiones se nos olvidan determinadas cosas como el nombre de una persona o el lugar donde hemos dejado el teléfono móvil. Muchas veces se tratan de meros despistes, pero si la frecuencia de estos hechos aumenta puede ser síntoma de un deterioro cognitivo.
Afortunadamente, podemos mejorar el funcionamiento de nuestra memoria a través del entrenamiento. Si se ejercita de manera frecuente, es posible potenciarla e incluso prevenir su deterioro.
Esa es una muy buena noticia para los que se preocupan por sus lagunas amnésicas. Los problemas con la memoria, en dependencia de sus causas, pueden mejorarse y también desaparecer, para volver a recordar con toda facilidad. Existen variadas técnicas y ejercicios para mantener en forma esta función mental que todos queremos conservar. Sobre ellos te comentaré en un próximo encuentro entre El Psiquiatra y Tú.
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