Félix Varela, reformador de la educación cubana

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Félix Varela, el primero que nos enseñó a pensar. Foto: Archivo

Los primeros esfuerzos de Félix Varela y Morales por transformar la educación en el siglo XIX encontraron a su paso las barreras de la rutina del escolasticismo, pero su método explicativo y científico fue una de las mejores armas esgrimidas en la lucha contra la enseñanza memorística y dogmática impuesta por la iglesia; y desde entonces comenzaron sus aportes pedagógicos.

Para quien dijo que “la gloria de un maestro es hablar por la boca de sus discípulos”, el amor por la enseñanza encontró fuerzas que lo llevaron a ser el primero en utilizar la lengua española en vez del latín, y reformar los esfuerzos en Cuba acorde con las ciencias modernas y los preceptos de la ilustración.

El movimiento que inició Varela desde el Seminario de San Carlos y San Ambrosio en La Habana en el orden intelectual y moral, aportó fundamentos psicológicos, filosóficos y sociológicos muy valiosos para el desarrollo de la actual pedagogía cubana y la formación de valores positivos de carácter éticos y patrióticos. Con razón José de la Luz y Caballero lo denominó como “el primero que nos enseñó a pensar”.

Varela vio en la educación, la esperanza y el porvenir de la Patria, y no se equivocó. Después de casi tres siglos el desarrollo educacional cubano demuestra la valía de su legado pedagógico. “Educar es conducir al hombre desde que nace, siguiendo los pasos de la naturaleza, enseñándoles a combinar sus ideas”. “La educación, pues, forma el buen juicio y en consecuencia ella es la fuente abundante de los bienes de la sociedad”.

En las ideas de Varela sobre la educación encontramos excelentes recomendaciones para la formación de nuestros hijos (…) “Hablemos el lenguaje de los niños y ellos nos entenderán”. “El gran secreto de manejar la juventud sacando partido de sus talentos y buenas disposiciones, consiste en estudiar el carácter individual de cada joven y arreglar por él nuestra conducta”.

Muy útiles y de gran aplicación resultan hoy sus apuntes relacionados con la formación moral y cívica de los jóvenes, siendo el autor del primer texto sobre las lecciones de este tema. Sus Cartas a Elpidio, constituyen una didáctica y obligada obra de consulta para los pedagogos cubanos que retoman sus mensajes acerca de la educación de la niñez y la juventud.

Consecuentemente con su honesta fe religiosa y, al mismo tiempo con su pensamiento científico, el sarcedorte Varela nos indicó el camino de la reflexión y la realidad cambiante para ejercitar la razón y lograr el entendimiento.

Tal y como alertara el párroco Félix Varela y Morales “el aprender de memoria es el mayor de los absurdos”. Así lo reconoce el Sistema de Educación cubano, que aplica también sus experiencias en cuanto a que “el hombre aprende más por sus propias observaciones que por las ajenas”.

Iniciador en Cuba de la enseñanza experimental de la Física y la Química, Varela, hizo también recomendaciones en cuanto al estudio de las Bellas Artes, y en particular de la música y la pintura que hoy tiene en cuenta nuestro gobierno cubano actualmente con la creación de las escuelas para formar a técnicos y profesionales en el mundo de las diferentes artes.

Esa incesante laboriosidad por evitar los errores del entendimiento, su indagación científica y aportes pedagógicos, convirtieron a Félix Varela, como lo denominará Enrique José Varona, en el “reformador de la educación cubana”, y en ejemplo de maestro, del cual habrá siempre que aprender.

José Miguel Ávila Pérez
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