Algunas personas pueden pensar que ayudar a alguien en un momento de crisis es simplemente una cuestión de deseo, disposición y buena voluntad. Y es cierto que el deseo, la disposición y la buena voluntad son indispensables, pero no resultan suficientes la mayor parte de las veces. Por ejemplo: ¿Qué pasa cuando una persona que quieres o aprecias rechaza tu ayuda? Puede que en el intento de socorrer hagas lo peor sin darte cuenta: insistir, presionar, imponer tu presencia, minimizar la situación o hacer prevalecer tu visión del asunto, así lo más probable es que termines alejando a quien intentas salvar. En nuestro encuentro de hoy vas a descubrir algunos recursos que funcionan para tender la mano a otros sin que te cierren la puerta.
Cuando alguien allegado (sea un familiar, la pareja, un hijo, amigo, vecino o compañero de trabajo) atraviesa una crisis emocional debes tener presente que está viviendo una situación que sobrepasa su capacidad de respuesta y de adaptación ante un evento que para él o ella es significativo. Quienes atraviesan una crisis emocional pueden experimentar síntomas muy diversos: cambios de comportamiento, descuido de la higiene personal, alteraciones del sueño y del apetito, disminución del rendimiento laboral o académico, embotamiento mental, agobio, tristeza, ansiedad, irritabilidad, rabia, frustración, impotencia, desesperanza, aislamiento social, visión en túnel (cree que no tiene salida) e ideas o intentos de quitarse la vida, entre otros. Estos cambios, por supuesto, llegan a afectar negativamente la salud de la persona, así como sus relaciones interpersonales y profesionales.
Por eso es importante que el sujeto que está en crisis reciba apoyo para poner en marcha sus mecanismos adaptativos, recuperar su bienestar y seguir adelante. Ayudar a una persona que está pasando por un momento vital crítico puede ser un desafío, ya que requiere de mucha empatía, presencia y comprensión.
¿Qué hacer cuando una persona cercana está en crisis?
De manera general es bueno darle la oportunidad de hablar, de hacer catarsis. Debe uno interesarse genuinamente por el evento o situación desencadenante, preguntar sobre ello de la forma más adecuada posible, con mucho tacto y sin prisa. Los objetivos son: establecer contacto, brindar apoyo, mitigar el sufrimiento, reducir los riesgos para la vida, analizar las dimensiones del problema, explorar posibles soluciones, propiciar que ponga en práctica acciones concretas y movilizar las redes de apoyo (familiares, amigos y otras figuras significativas).
Diez claves que facilitarán conseguir los objetivos planteados
Clave uno. Validar la emoción antes de aconsejar. Es sumamente importante validar lo que la persona siente en ese momento en que la está pasando mal. Puede ser que haya tenido una ruptura de pareja, que la pareja le fue infiel, le pegaron los tarros, como se dice en Cuba. Tú deseas apoyar y consolar a ese amigo, a esa amiga que está triste y te preguntas ¿Cómo hacer para intervenir en esa situación? Lo primero es entender que esa persona siente que su dignidad está puesta en juego. Y claro, si entras ahí directamente juzgando, diciendo lo que piensas sin filtro, es muy probable que cierres la comunicación. Entonces, cuidado con decir directamente lo que crees que tiene que hacer esa persona. ¿Qué debes hacer? Antes que todo hay que validar. Validar el cómo se siente, usando frases como: «Sí, imagino esto debe ser duro para ti», «Cómo no te vas a sentir así, es lógico que te sientas mal». Que la persona sienta que esa sensación que tiene no está fuera de lo común, que le das el derecho a sentirse mal y a expresarlo. ¿Quiénes somos nosotros para jugar el sentimiento ajeno?
Clave dos. Preguntar en vez de afirmar. Con ello la persona en crisis se da cuenta que te interesas genuinamente por conocer lo que le llevó a tal situación, y esto la hace sentir cómoda al hablar contigo. Algunos, con la mejor intención, dicen cosas como: «Ah, eso no es nada», «Lo que tienes que hacer es tirarlo a basura y salir a divertirte». En vez de afirmar empieza por preguntar: «¿Qué te haría sentir mejor?» «¿Cómo te gustaría que te ayudara en este momento?» «¿Qué puedo hacer por ti ahora?». De esa manera le estás consultando y al mismo tiempo estás buscando un pequeño cambio. También podrías preguntar: «¿Quieres que hablemos de lo sucedido?» «¿Me puedo quedar acá contigo?»
Clave tres: Ofrecer alternativas sin presión. Está muy relacionada con la clave anterior. Funcionan preguntas del tipo: «Amigo, ¿qué tienes ganas de hacer?» “¿Quieres que me quede contigo?» “¿Prefieres que me quede o que te llame luego por teléfono?» «¿Deseas que nos juntemos a tomar un café?» «¿Qué es lo que prefieres?» Está bien dar opciones sin presionar. Muchas veces, dependiendo de la opción que la persona elija, nos da una idea de cuál es la intervención que desea y nos permite deducir hasta donde podemos llegar y hasta donde no.
Clave cuatro. Reflejar con rapport, con empatía. Las personas se sienten más cómodas con nosotros cuando las reflejamos con nuestro comportamiento, con expresiones no verbales. Si alguien está triste por determinada razón lo más probable es que espere que quien va a ayudarle sintonice con su emoción. No le haría mucho bien ver al frente a una persona sonriente, feliz y gritando de alegría, porque va a sentir una desconexión muy profunda a nivel no verbal. ¿Cómo hacer? Tienes que reflejar el comportamiento. Es decir, si una persona está tirada en un sillón y no quiere estar cerca de ti, tú mantente en tu lugar. Si se acerca, tú acércate también. Si decide caminar, camina con ella. A eso se le llama reflejar, o espejar.
Clave cinco. Determina cuál es la emoción que está sintiendo la persona y nómbrala. «Amigo, ¿Qué sientes? ¿Sientes vergüenza?», “¿Tienes miedo?». Fíjate que guarda relación con la clave número uno, validar la emoción. Aquí se trata que la persona identifique y entienda lo que está vivenciando. ¿Qué es lo que está sintiendo? ¿Cuál es el sentimiento que tiene? Si tú le ayudas a ponerle nombre a lo que está experimentando le vas a ayudar a generar un orden en su mente y es muy posible que se abra mucho más después de que identifique qué es lo que está sintiendo.
Clave seis. Silencio con intención. Es una herramienta fácil aplicar. El silencio marca una especie de conexión mental y emocional entre las personas. Cuando ayudamos a alguien no debemos suplir todos los vacíos hablando, no podemos pretender que en todo momento haya «música de fondo». Utilicemos el silencio para que la otra persona pueda hablar, pueda desarrollarse, pueda terminar de pensar qué es lo que siente o pueda terminar de dirimir qué es lo que experimenta. «Amigo, ¿qué estás pensando?» Espera la respuesta, dale tiempo, deja pasar algunos segundos sin hablar. No sabes el peso que tiene ese silencio y cuán beneficioso puede ser. Por eso es necesario darle tiempo y espacio para hablar, para formular, para exteriorizar lo que vivencian. Tenemos que hacer una pregunta y escuchar. Es un esfuerzo consciente hacerlo bien, es silencio con intención.
Clave siete. No minimices nunca la situación. Minimizar la situación es algo que va a cerrar la puerta. Tampoco la maximices. Esta clave habla de la realidad. Es decir, tú eres la voz de la razón, puedes razonar porque no estás directamente dentro de la zona de conflicto. No digas: «Ah, eso no es nada. No sé por qué te pones así». Ten en cuenta que para esa persona que está sufriendo es muy importante lo que le ha sucedido. Elimina este tipo de frases: «Va, eso es una simpleza, no es para tanto», «Vaya, cálmate no tienes por qué ponerte así». Tampoco debes ir al otro extremo, al de la maximización: «Uff, esto es terrible, se te acaba el mundo», «Qué horror, no sé cómo podrás salir de esta»
Clave ocho. Respeta el derecho que tiene la persona a no querer hablar. Es muy importante que no te enojes en el caso de que la persona esté cerrada a la comunicación. Por ejemplo, podrías decir: «Yo quiero ayudarte y acompañarte, te ofrezco conversar, pero igual entiendo que no quieras hablar. En ese caso yo te ofrezco el no hablar, yo te ofrezco el no intervenir, yo te ofrezco el no molestarte, pero al menos permíteme acompañarte». «No quieres hablar ahora, no hay ningún problema, te acompaño en silencio». «Prefieres estar solo, tampoco es problema, puedo venir mañana o podemos hablar por teléfono». Así te comprometes con la persona, le confirmas que estás en disposición para apoyarla, se va a sentir cómoda con eso, porque de esa manera no se le genera más presión.
Clave nueve. Autocuidado, sin base no hay sostén. No vas a poder sostener y apoyar a alguien si tú no estás bien. ¿Hasta dónde vas a poder ayudar si no te proteges y te cuidas? Por tanto, si notaras que la situación te sobrepasa y te afecta, si te das cuenta que te excede y te desborda, entonces es mejor que tengas la iniciativa de contactar a un profesional de la Psicología o de la Psiquiatría para que atienda a tu amigo o amiga, o familiar o vecino. Yo no digo que no estés, pero es muy importante que te cuides y que movilices las redes de apoyo (otros amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, etc.). Apoyar en equipo es una buena opción.
Te he compartido las herramientas que comúnmente se utilizan en el acompañamiento a personas en momentos críticos de la vida. Deseo que estas nueve claves te sean de utilidad y que las tengas en cuenta.
- ¿Cómo puedes ayudar a alguien en un momento de crisis? - 21 de octubre de 2025
- Estoicismo: antídoto contra la insatisfacción, herramienta para el bienestar - 13 de octubre de 2025
- Milenials o Generación Y: ¿Narcisistas, egoístas y sin objetivos? - 6 de octubre de 2025