La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) celebra hoy su 64 aniversario, consagrada a principios y valores fundacionales, a las más genuinas expresiones del arte y la cultura en el país.
La organización constituye un espacio de diálogo y confluencia, cuya etapa fundacional está «indisolublemente ligada a un momento clave en la historia cultural de Cuba: las célebres Palabras a los Intelectuales pronunciadas por Fidel Castro en junio de 1961, en la Biblioteca Nacional», declaró en entrevista con Prensa Latina el periodista y vicepresidente de la Uneac, Yuris Nórido.
En aquel encuentro, recordó, se sentaron las bases para un diálogo entre el Estado revolucionario y los creadores; meses después tendría lugar el Primer Congreso de Escritores y Artistas, donde se consolidaron las ideas esenciales para la creación de una organización que agrupara a los más relevantes exponentes de la cultura cubana.
El 22 de agosto de 1961 se fundó la Uneac como espacio de confluencia, articulación y participación activa de los artistas e intelectuales en la transformación social del país, añadió.
Desde su nacimiento, asumió como misión esencial defender, promover y enriquecer la cultura nacional, con un fuerte compromiso con los ideales de justicia, soberanía y dignidad que animan a la Revolución, enfatizó.
Sus objetivos «han incluido la promoción de la creación artística y literaria de alto vuelo, la articulación de un pensamiento crítico y emancipador, y la preservación de la identidad cultural cubana frente a cualquier intento de banalización o colonización simbólica».
A su juicio, la Uneac se erigió como un interlocutor activo entre los creadores y las instituciones, y como un baluarte del pensamiento y la sensibilidad artística comprometidos con el proyecto social cubano.
En los últimos años, ha reafirmado su compromiso con la promoción de la cultura cubana en toda su riqueza y diversidad, consolidando espacios de reflexión y crítica sobre temas cruciales como la equidad de género, la lucha contra el racismo y la importancia de una enseñanza artística de calidad.
Ha sido un actor relevante en el impulso de la cultura comunitaria y en la defensa de una programación cultural que promueva valores auténticos y formativos, aseveró.
La organización continúa siendo ese puente entre los creadores y las instituciones, fiel a su vocación fundacional de defender una cultura comprometida con la nación, aseveró.
No obstante, advirtió Nórido, persisten desafíos importantes en la articulación plena de las demandas de los creadores, en un contexto marcado por nuevas sensibilidades y formas de expresión que exigen diálogo.
«La Uneac está llamada a desempeñar un papel más activo en la lucha contra la colonización simbólica que imponen ciertos modelos hegemónicos. Debe escuchar con atención demandas y propuestas dentro del campo artístico».
La fortaleza de la cultura cubana reside justamente en su capacidad de diálogo, en la pluralidad y en el respeto por la libertad en la creación, siempre en defensa de la soberanía cultural del país, opinó.
Como organización que agrupa a una parte significativa de la vanguardia artística e intelectual cubana, «tiene un papel estratégico en la defensa de la soberanía cultural ante la guerra simbólica que se libra hoy en los planos ideológico y mediático».
Su labor puede centrarse en visibilizar y promover las expresiones más auténticas de la cultura nacional, aquellas que nacen de los intereses y sentimientos del pueblo cubano, frente a los patrones colonizadores que muchas veces se disfrazan de modernidad o libertad de expresión, amplió.
En ese sentido, «puede ser una plataforma para la crítica cultural profunda, el análisis de fenómenos globales y locales que afectan la identidad, y la promoción de discursos que reafirmen valores emancipadores, éticos y estéticos».
Puede fortalecer su vínculo con las instituciones educativas, los medios de comunicación y los proyectos comunitarios, fomentando una cultura de participación, sensibilidad y pensamiento crítico, consideró Nórido.
En su opinión, puede apoyar a los creadores que, desde la ética y la calidad, cuestionan las formas más insidiosas del neocolonialismo cultural. «Debe ayudar a formar públicos capaces de discernir y valorar el arte con sentido propio».
Aseguró que la clave está en no responder con dogmas ni exclusiones, sino con creación e inteligencia; con articulación entre generaciones, territorios y disciplinas.
En tiempos de guerra simbólica, el arte y la palabra son trincheras esenciales, y la Uneac puede ser un espacio movilizador que convoque a lo mejor del pensamiento y la creación cubanos, concluyó el vicepresidente de la organización.
Con información de Prensa Latina
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