Gibara, Villa Blanca, turismo

El encanto de Gibara

Tal vez por ser una villa costera, pero la verdad es cuando llegas a la ciudad de Gibara lo primero que haces es respirar el delicioso olor a salitre, luego cuando te adentras a ella haces como un viaje en el tiempo, porque aún conserva las fortalezas de la colonia española, así como algunas mansiones convertidas en museos y hostales para el turismo que elige este hermoso lugar de la provincia de Holguín.

Esta urbe es la capital del municipio del mismo nombre y su fundación se remonta en 1817. Allí se encuentra una batería conocida bajo el nombre de Fernando VII, fortaleza militar que se edificó para protegerla de los ataques de los corsarios y piratas ingleses y holandeses, que se empeñaban en arrebatar las riquezas de Madrid en América. Entonces se conocía como Punta de Yarey.

Fuerte español, Gibara, Villa BlancaCuentan los historiadores que otra razón de fuerza fue la presión que tenía la jurisdicción de Holguín, de utilizar un puerto para el comercio foráneo. Fue también la primera población cubana liberada por el Ejército Mambí, en la guerra de independencia de 1895.

Entrar a su Museo de Artes Decorativas es comenzar a navegar por la historia colonial, pues denota la magia que emana de su construcción, clasificada como una de las más significativas, dentro del estilo neoclásico. Los zócalos de losas esmaltadas, originarios de Sevilla, España, pisos trabajados en maderas preciosas, medios puntos policromados con cristales traídos de la entonces metrópoli y de Bélgica, mamparas que deslumbran por sus diseños poco comunes, hacen que sea la mansión de mayor prestancia de la también llamada Villa Blanca.

En cuanto a su geografía limita al Norte con el Océano Atlántico, al Sur con el municipio de Holguín, al Este con el municipio de Rafael Freyre, al Oeste con el municipio de Calixto García y la provincia de Las Tunas. Cuenta con dos ríos principales: Cacoyogüín y Gibara, y entre sus recursos costeros puede mencionarse la Bahía de Gibara y la Playa Caletones.

El encanto de Gibara 1La Ciudad de Gibara es la sede internacional del Festival del Cine pobre, cuya primera celebración constituyó un éxito más allá de las fronteras de esta nación antillana. El Castillo de Velasco, a unos pocos kilómetros de la capital municipal, es toda una gran institución al albergar la Casa de la Cultura, donde los poetas, decimistas, y cantores, así como los pintores y escritores tienen un lugar para desplegar las diferentes manifestaciones artísticas.

Los habitantes del municipio desarrollan la agricultura en la zona de Velasco, denominado también el Granero de Cuba, por cultivarse allí los mejores frijoles, ajos, tomates y viandas que constituyen junto con la carne de cerdo, la dieta básica de los cubanos.

Volviendo en este viaje a la Ciudad de Gibara nos encontramos un pueblo de pescadores, sustento de muchas familias que consumen y venden el pargo, el bonito, la aguja, el guaguancho, o los deliciosos mariscos.

El encanto de Gibara 2En el verano podemos tomar un buen baño de mar en la Playa Caletones y en los llamados tanques azules, especie de lagunas naturales con cavernas submarinas que también tienen sus historias.

Gibara es un lugar para librarnos del estrés diario de la vida moderna, y cuando llegamos a ella quedamos siempre atrapados por el encanto de su historia, de su mar, y de las bellas personas que uno conoce cuando arriba a este hermoso lugar de nuestro archipiélago.

José Miguel Ávila Pérez
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