Las costas holguineras son resguardadas por un gigante que soporta el peso de los años y el embate de los vientos, el Faro de Punta Lucrecia. Esta contrucción se mantiene así, cumpliendo con una meta hace más de siglo y medio; llevar a puerto seguro a todo aquel marinero que se encuentre cerca de su luz.
Ubicado en el municipio de Banes, este coloso se erige como un símbolo no solo de guía para los navegantes que transitan las aguas de la costa nororiental de Cuba, sino también como un testigo silencioso de la historia y la cultura de la región.
Este faro, considerado uno de los 100 más importantes del mundo por su estratégica ubicación geográfica, tiene una historia que se remonta a 1858, cuando el entonces Capitán General de la Isla, José Gutiérrez de la Concha, aprobó su construcción para facilitar la navegación en una costa baja y rodeada de arrecifes, según apunta documentación de la época.
La necesidad de esta obra quedó justificada por los peligros que representaba para las embarcaciones, convirtiendo al faro en un elemento esencial para la seguridad marítima.
Su luz ha guiado a innumerables naves a lo largo de más de un siglo, convirtiéndose en un faro de esperanza en noches oscuras y días tormentosos. Figura estoica de las costas holguineras que ha resistido el paso del tiempo y el embate de innumerables ciclones.
La historia del Faro de Punta Lucrecia está intrínsecamente ligada a la gesta independentista cubana. Su encendido, el 10 de octubre de 1868, coincide con el inicio del levantamiento en armas liderado por Carlos Manuel de Céspedes, un hecho que resalta su relevancia no solo como una estructura marítima, sino como un símbolo de resistencia y libertad para con la Patria.
Este vínculo histórico se profundiza aún más con el ataque del Ejército Libertador en diciembre de ese mismo año, que buscó privar a las fuerzas coloniales españolas de sus facilidades de navegación, poniendo en relieve el papel del faro en el contexto de la lucha por la independencia.
Hoy, el Faro de Punta Lucrecia se erige como un monumento local en Banes, siendo la única construcción del siglo XIX que se conserva en su forma original con mínimas transformaciones.
Su valor patrimonial es incalculable; no solo es un testimonio arquitectónico, sino que también atesora leyendas y relatos que enriquecen la cultura local.

La preservación de este faro es crucial no solo para mantener viva la memoria histórica, sino también para fomentar el turismo cultural en la región.
En un mundo donde la modernidad avanza a pasos agigantados, la importancia del Faro de Punta Lucrecia radica en su capacidad para conectar el presente con el pasado.
Es un recordatorio tangible de las luchas y los sueños de aquellos que nos precedieron, así como una guía para las futuras generaciones.
En el Día Mundial de los Faros que se celebra este siete de agosto, es un momento oportuno para reflexionar sobre la importancia de estas estructuras en la señalización marítima y el papel que desempeñan en nuestro contexto.
Celebrar su historia y legado es una forma de honrar no solo a los navegantes que confían en su luz, sino también a todos aquellos que han contribuido a forjar la identidad cultural e histórica de Cuba.
- Faro de Punta Lucrecia, tesoro de las costas holguineras - 7 de agosto de 2025
- Descargas eléctricas, un peligro real en las tardes de verano - 6 de agosto de 2025
- Calixto García, héroe holguinero de la libertad - 4 de agosto de 2025