Un macroestudio analizó a más de un millón de personas y reveló la compleja arquitectura genética de la tartamudez, que hoy aqueja a 400 millones de personas en el mundo.
La pesquisa, publicada este lunes en la revista Nature Genetics, fue dirigida por investigadores del Instituto de Genética de Vanderbilt, en el estado de Tennessee, y es hasta la fecha la mayor realizada sobre la tartamudez.
Los resultados ubican 48 genes asociados a este padecimiento, y perfila una arquitectura genética compartida entre este y otros como el autismo, la depresión y la musicalidad.
Señalan 57 loci genómicos (la ubicación física específica de un gen o un marcador genético en un cromosoma) distintos asociados con la tartamudez
De acuerdo con los investigadores, el hallazgo podría conducir a una mejor comprensión de las causas y reemplazar las ideas anticuadas que existen en el mundo sobre la tartamudez, que generalmente contribuye a sostener el estigma sobre quienes tartamudean.
Se trata del trastorno de fluidez del habla más común, y según la líder del estudio y directora del Instituto de Genética de Vanderbilt, de Estados Unidos, han existido cientos de años de ideas erróneas sobre las causas de la tartamudez, desde ideas sobre ser zurdo hasta traumas infantiles y madres autoritarias.
Below remarcó que este estudio demuestra que la tartamudez «está influenciada por nuestros genes»», en lugar de estar causada por defectos personales o familiares o por la inteligencia.
La experta explicó que el tema se ha estudiado muy poco porque los aquejados no requieren hospitalización, pero pueden tener enormes consecuencias en la calidad de vida.
Necesitamos comprender los factores de riesgo de los rasgos del habla y el lenguaje para poder identificar a los niños a tiempo y brindar la atención adecuada a quienes la necesiten, reclamo Below.
La investigación detalla que la tartamudez evolutiva es un trastorno del habla común y altamente hereditario, caracterizado por prolongaciones, bloqueos y repeticiones del habla.
Si bien es altamente hereditaria y se presenta con mayor frecuencia dentro de las familias, su arquitectura genética ha sido poco estudiada.
Los científicos al frente de este estudio razonaron que existen variantes genéticas compartidas y distintas que influyen en el riesgo de tartamudez según el sexo y la ascendencia.
Plantean que a nivel social, las personas que tartamudean describen a menudo percepciones negativas de identidad y autoestima, y una calidad de vida general reducida.
Además los jóvenes que tartamudean experimentan un mayor acoso escolar y una menor participación en el aula, y reportan una experiencia educativa más negativa; la tartamudez se asocia con depresión e ideación suicida en esta población.
En los adultos, la tartamudez puede afectar negativamente la empleabilidad, el rendimiento laboral percibido, el nivel socioeconómico y el bienestar mental y social.
Con información de Prensa Latina
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