Dibujo del artista Arinze Stanley
Dibujo del artista Arinze Stanley

«El negro»

Es difícil aceptar que el racismo aún exista, no tener conciencia sobre ello me hizo sentir un poco ingenua porque no había presenciado ningún acto de discriminación hasta que llegué a Holguín.

Tal vez lo hacen involuntariamente o solo está arraigado en las raíces de las personas. No afirmo que solo sea en esta provincia, sino que en la sociedad actual aún se encuentran retazos de lo que un día fue la desigualdad más grande entre los hombres.

Tenía 10 años cuando por primera vez me sentí cohibida por mi color de piel, mis facciones negras: nariz ancha, labios gruesos, tez oscura y pelo afro, como le llaman ahora. Criticaban todo aquello que identificaba a mi raza y no aceptaban que fuera diferente. No digo que todas las personas lo hicieran, pero sí algunas de ellas.

Esta situación, por un tiempo, me desconcertó mucho porque fue un cambio radical en mi ideología. No solo me pasaba a mí, también a otras personas negras: a mi mamá en su nuevo trabajo, a mi hermana mayor en su escuela y a mi hermana pequeña, que aún vive el bullying de parte de algunos niños.

Además, me parece un desconcierto que aún se escuchen comentarios como: «Mira la pasa de la negra esa».  «El negro mono ese».  «Mira qué preparación tiene esa negra».

Porque seamos sinceros, no se expresan de esa manera cuando se refieren a una persona blanca. La realidad es que el ser humano no se mide por su color de piel, sino por las cualidades que desarrolla en el trayecto de su vida.

Sin embargo, si vamos a los orígenes del negro, ya el color está condenado desde mucho antes: lista negra, mercado negro, el futuro se ve negro y ninguna de las afirmaciones más comunes en el mundo relacionadas con «el negro» es positiva.

No todos se percatan de los pequeños rastros que quedan del racismo. Cuando en las películas el primero que muere es «el negro», si haces algún comentario fuera de lugar —tenía que ser negro—, si tu novio es negro, lo que dicen es que estás atrasando la raza; si eres bonito, «eres un negro de salir» o «un negro erifa»; y si tienes la mala suerte de ser visto en la noche, solo y con un abrigo de capucha, eres un «negro delincuente».

La crudeza de lo anterior dicho es lo normal y lo cotidiano en las vivencias de muchas personas de «color». El sentir algunas veces la sensación de no encajar o de no estar en el lugar correcto.

Este 25 de julio se celebra el Día Internacional de las Mujeres y Niñas Afrodescendientes, pero todavía falta mucho por mejorar y recorrer para eliminar por completo los prejuicios y estigmas hacia las personas negras.

 Con información de Arlenis Betancourt Yañez /Estudiante de periodismo