Recuerdo que discutí mi tesis para graduarme de master en Comunicación Social un viernes 13 y no fue un desastre, pero pasé por una situación inesperada: leí ante el tribunal un PowerPoint que no era el último, sino el penúltimo y pensaba que nadie se había dado de cuenta, pero si lo detectó el presidente del tribunal.
A mi tutora no le gustó que yo discutiera mi tesis ese viernes 13 de febrero de 2015, pero como no creo mucho en supersticiones acepté la fecha que había postergado por varios años. Había jurado que me graduaría de master. Afortunadamente obtuve el cinco.
Realmente no creo mucho en supersticiones, pero, por si acaso, siempre salgo con el pie derecho de mi casa.
A veces pienso que cuando uno nace está escrito el principio y el fin de nuestra vida en un libro y lo que no está para ti ni aunque del cielo te caigas no te pasa nada.
Hace un tiempo atrás fue noticia en Cuba una niña que se cayó de un cuarto piso y sobrevivió, y más recientemente un hindú de origen británico salió caminando de los restos del avión siniestrado en un vuelo de la India a Londres.
También sucedió que una pasajera, de ese mismo vuelo, le fue negado el acceso por llegar unos 10 minutos tarde y ya habían cerrado el avión.
¿Por qué surgió esta superstición?
En 1907, un libro llamado «Viernes, el XIII» fue publicado por un corredor de bolsa llamado Thomas Lawson. Fue la inspiración para la mitología del viernes 13 que culminó con las películas y las series de televisión en los años 80 del pasado siglo XX.
Fue un viernes 13 de octubre de 1307 cuando Felipe IV ordenó detener a todos los templarios, quienes sufrieron “terribles torturas”.
También existe otras especulaciones: los 13 comensales de la última cena y la crucifixión y muerte de Jesús en viernes, son dos de ellas.
También existe esta superstición con los martes 13, otro día que supuestamente trae mala suerte, aunque su origen no está claro. Algunas tradiciones apuntan a la relación entre el martes y el dios de la guerra romano, Marte, al que se relaciona con la muerte.
El filósofo Javier Sádaba recalcaba la importancia del número, que vendría de rituales paganos, previos al Cristianismo. De hecho, la triscaidecafobia es el vocablo griego que sirve para denominar el miedo irracional al número 13.

Lo que está claro es que el número 13 tiene muy mala reputación: ascensores sin ese número, aerolíneas sin fila 13 o habitaciones de hotel que evitan el 13 son buenos ejemplos.
Aunque también puede ser muy buen gancho: la película Viernes 13, que se estrenó hace más de 40 años, es un clásico del cine de terror. El furor por este día es tal, que una de las búsquedas habituales en Google de esta jornada es “¿Qué pasa el viernes 13?”.
El psicólogo Antonio Cano-Vindel contaba que las supersticiones son “una explicación de la realidad basada en creencias irracionales, no científicas”. En definitiva, una forma de echarle la culpa a algo ajeno para quitársela uno mismo.
De todos modos, por si acaso, si termino alguna vez mi tesis de Doctor en Ciencia, juro no discutirla un viernes 13.
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