Reinaldo Cedeño, periodista, Santiago de Cuba
El periodista santiaguero Reinaldo Cedeño, es un gran amante de José Martí. Foto: ACN

Martí es un llamado perenne al humanismo y ética, afirma Cedeño

Desde que abrió los ojos, José Martí estaba allí, en su casa, en la escuela, en los libros, en el aire, pues la madre del periodista Reinaldo Cedeño, la maestra santiaguera Caridad Pineda, era muy amante del Apóstol y siempre enseñaba una frase de él.

No lo dice como rutina ni por obligación patriótica, lo expresa con el convencimiento de quien ha leído y meditado a Martí; mientras más lo estudio, más me doy cuenta de que tiene muchas respuestas que darnos, pese a caer en combate en el siglo XIX», afirmó.

Como investigador se interesó por estudiar cómo resistían los textos del Maestro el paso del tiempo, esa búsqueda lo llevó a comprender que el patriota iba a la ética, a la esencia, no le importaba tanto el lugar de nacimiento o de muerte de las personas, sino su valor interior e integridad, lo cual demuestra en su artículo “Céspedes y Agramonte”, donde discierne con grandeza sobre ambos, sin fanatismos ni simplificaciones.

Martí es un sanador, alguien capaz de mirar el alma sin prejuicios y de defender los valores; lo hizo con José María Heredia, a quien rescató en su discurso en Hardman Hall, Nueva York, cuando dijo que fue “el poeta que había tenido valor para todo, menos para morir sin volver a ver a su madre y a sus palmas”, señaló a la Agencia Cubana de Noticias.

Para Cedeño, el genio de Paula más necesario no es el de mármol, sino el que emociona, entiende a profundidad las experiencias humanas y mira lo auténtico más allá de la belleza epidérmica, como hizo en el prólogo de “Los poetas de la guerra” al enaltecer la virtud por encima de las técnicas de las décimas improvisadas y las glosas de campamento, diciendo que “rimaban mal, pero solo pedantes y bribones se lo echarían en cara: porque morían bien”.

El autor santiaguero encuentra en el texto “Sobre los oficios de la alabanza” una de las lecciones más determinantes y sinceras cuando el Apóstol declara “es cobarde quien ve el mérito humilde y no lo alaba”, y es ahí —asegura— donde las instituciones cubanas y el periodismo encuentran un mandato moral: el de rescatar a quienes viven cada día con pasión, calladamente, en medio de la aspereza, a fin de mostrar su ejemplo a la sociedad.

Creo que respiro Martí, está en mi hombro, expresó, pues en sus obras traza un camino para resistir y abrazar ideales, se encuentra un abrazo, una esperanza; por eso quiero creer como él en estos momentos tan difíciles que «no son inútiles la verdad y la ternura».

Lo imagino a veces como mi compañero de trabajo y me pregunto qué diría, qué haría ante las circunstancias actuales del país; me reconforta pensar en su capacidad de no rendirse, de no transitar los caminos fáciles, sino los justos, es una guía, confiesa.

A 130 años de su caída en combate, el periodista no tiene dudas de que el ideario del autor de la Edad de Oro está vivo, sobrevuela el contexto originario y tiene vigencia como verdades sin fecha de caducidad, siendo el contacto más genuino con el porvenir.

El poeta de los versos sencillos renunció a comodidades, a afectos, vivió el exilio, la distancia, el desarraigo y nunca dejó de amar a Cuba; y en tiempos de migración, subraya Cedeño, sigue recordándonos que la Patria viaja con el emigrado en sus sabores y saberes, porque es esperanza fina y consoladora.

“Libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado, a pensar y a hablar sin hipocresía”, sentenció el Héroe Nacional cubano, por eso trato de no ser hipócrita, porque si lo soy, no soy martiano, no soy cubano, dijo el escritor, reconocido por su brillante desempeño en el periodismo cultural.

Además, adelantó que planea publicar una compilación con sus textos dedicados a quien defendió como estandarte de vida el apego a la verdad, la voluntad de sanar y de juntar espíritus diversos por una causa común: Cuba.

Martí ilumina, es un llamado perenne, es como la bandera, como el aire, como el agua, una bendición, un regalo, una dulce coraza que llena, protege y nos hace ser mejores, concluyó.

Con información de Nelson Hair Melik Marrero/ACN

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