John M. Kirk, un amor por Cuba a prueba de dificultades

El aniversario 80 de las relaciones bilaterales entre la República de Cuba y Canadá, iniciadas el 16 de marzo de 1945 -al final de la Segunda Guerra Mundial, en la cual, ambos países participaron en el bloque aliado contra el nazi fascismo – y su posterior consolidación sobre la base de la amistad, la cooperación y el respeto mutuo, constituyen la esencia del libro que el profesor, investigador y ensayista, Dr. John M. Kirk, está a punto a publicar.

Canadiense, nacido en Inglaterra hace 74 años, con un acercamiento muy particular hacia Cuba, el reconocido catedrático de estudios latinoamericanos en la Universidad Dalhousie, de Halifax, Nueva Escocia y profesor invitado de la Universidad de La Habana, ha publicado 16 libros sobre la mayor de las Antillas que, invitado por el Icap, visitó por primera vez en 1976, junto a varios integrantes de la Asociación de Amistad Canadá-Cuba.

Es tanta su pasión por esta tierra y su rica historia, que la tesis de doctorado consistió en un estudio sobre el pensamiento martiano, que tituló: ¨José Martí: Mentor of the Cuban nation¨, para lo cual estudió los 27 volúmenes de la extensa y diversa obra del creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra Necesaria (1895), pero los malévolos de Miami hicieron una gran fogata en plena Calle 8, con los libros vendidos en esa ciudad. De todas formas, el dinero proveniente de las ventas de dicha obra fue donado a Cuba y el libro fue reimpreso.

Durante su primera visita a esta ciudad de Holguín, junto a otros solidarios integrantes de la Brigada Calixto García, Kirk explicó que ha consagrado parte importante de su tiempo a escribir sobre diversos temas relacionados con Cuba, como las relaciones internacionales, ejemplo de solidaridad, historia, religión, cultura y salud, incluyendo algunos como coautor.

En el caso de la salud, dedicó mucho tiempo a investigar en el terreno la solidaridad de los profesionales cubanos en diferentes partes del mundo, cuyos estudios comenzó en Tarará, donde fueron atendidos niños afectados por el accidente ocurrido el 26 de abril de 1986 en la central nuclear Vladimir Ilich Lenin, al Norte de Ucrania. Después, con el apoyo de las autoridades cubanas, fue a El Salvador, para conocer in situ la labor de la Brigada médica Henry Reeve (ayuda médico-sanitaria a poblaciones de países víctimas de desastres naturales y epidemias). En tanto, en Guatemala, apreció los éxitos de la Operación Milagro (plan sanitario, de conjunto con Venezuela, para intentar solucionar determinadas patologías oculares de la población).

Las entrevistas sostenidas con cerca de 300 cooperantes constituyeron la esencia de su libro ¨Salud Pública sin fronteras¨, que honra a los médicos, técnicos y enfermeras que, con total desinterés, han salvado vidas en un elevado número de países de diferentes partes del mundo.

Este amigo de Cuba se enorgullece de haber conocido personalmente al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en visita realizada en 1994, con una delegación comercial de Nueva Escocia (25 personas), sirviendo como intérprete. El primer día, cuando se encontraron con él en el Palacio de la Revolución, fue presentado por el entonces ministro de la pesca, quien dijo al Comandante en Jefe Fidel Castro, que durante muchos años él servía como traductor a los pescadores cubanos en Canadá, sin interés monetario alguno. Entonces Fidel jaraneó con él y lo invitó a venir, con sus tres hijos, a vacacionar en Cuba, como reconocimiento a su apoyo desinteresado. Agradecido, confesó Kirk que, las pasó de maravillas junto a su familia.

Después sirvió en otras oportunidades como intérprete en importantes encuentros del líder cubano con personalidades canadienses y recuerda con agrado el día en que lo acompañó, mientras trabajaba en su despacho, hasta las tres de la madrugada. También se enorgullece de que su hija sea martiana y reconozca en Fidel a un hombre extraordinario.

Hombre de vasta cultura y acucioso investigador es el profesor John M. Kirk, cuyo dominio perfecto del español facilita la comunicación sobre los más diversos temas canadiense-cubanos, cuyas relaciones se han sostenido en los últimos 80 años, incluso cuando, al triunfar la Revolución en 1959, la nación caribeña quedó prácticamente aislada debido a presiones del Gobierno estadounidense, sólo Canadá y México sostuvieron las relaciones sin temer a las consecuencias.

John M. Kirk, un amor por Cuba a prueba de dificultades 0En el diálogo sostenido con él, en la delegación provincial del Icap, recordamos cómo ambos países han fortalecido las relaciones, constituyendo el principal mercado para la industria turística cubana, junto a importantes inversiones en los sectores minero y energético, además de que, Export Development Canadá (EDC) y Canadian Commercial Corporation (CCC) apoyan el comercio, al tiempo que, empresas privadas e instituciones financieras como el National Bank of Canadá, mantienen una relación ejemplar con Cuba.

También se distinguen proyectos conjuntos en temas como la ciencia y tecnología, energías renovables, el empoderamiento de la mujer e intercambios culturales y deportivos, así como asistencia humanitaria en situaciones de desastres, como la brindada en 2024 a las poblaciones afectadas en Cuba por los huracanes Rafael y Oscar.

Este periodista no podía pasar por alto, en el diálogo, el original y atractivo espectáculo del reflejo tricolor, en Las Cataratas del Niágara, simulando la Bandera Cubana, al tiempo que eran entonadas las notas del Himno Nacional (de Bayamo), por miembros del Movimiento de solidaridad con Cuba, como la Asociación de cubanos Juan Gualberto Gómez y el colectivo del Consulado General de Cuba en Toronto. Feliz iniciativa, en homenaje a José Martí y a las relaciones entre ambos países.

 Algunos antecedentes de las relaciones Canadá-Cuba

Estudiosos de la historia de ambos países ubican los primeros encuentros desde las respectivas épocas coloniales, como la llegada a La Habana, en 1601, de Samuel de Champlain, importante explorador y colono francés, cuyo logro mayor fue haber fundado Nueva Francia, donde estableció relaciones con diversos pueblos indígenas y sentó las bases de la ciudad de Quebec (1608), en el actual Canadá.

Un año después llegó a La Habana Pierre Le Moyne, otra gran figura de la historia franco-canadiense y a partir de la construcción del puerto de Halifax (1740) se originaron importantes intercambios comerciales entre la provincia de Nueva Escocia y Cuba. En 1899 se establece en Cuba el primer banco extranjero (Royal Bank of Canadá), seguido del Bank of Nova Escotia.

Con el establecimiento en 1902 de la República de Cuba (mediatizada) se sostuvieron los primeros contactos con el dominio federal de Canadá, donde, al año siguiente, en Yarmouth, pequeña ciudad portuaria de Nueva Escocia, se estableció el primero de los siete consulados de la isla en el exterior y en 1909 Cuba fue sede de una de las primeras oficinas comerciales canadienses en América Latina.

Cuba agradece las históricas relaciones y amistad de Canadá, cuyas agrupaciones solidarias reclaman el cese del bloqueo estadounidense y que el país sea excluido de la espuria lista de los que, supuestamente, patrocinan el terrorismo. Me permito la oportunidad de sumarme a quienes reclaman la salida de la base naval que el gobierno de Estados Unidos mantiene en el territorio cubano de Guantánamo.

Son muchos los canadienses que les satisface venir a Cuba y encontrarse con la realidad que tratan de vilipendiar los que no perdonan la independencia sostenida, a pesar de las adversidades y como de relaciones se trata, imposible olvidar las visitas de tres primeros ministros canadienses a Cuba (Pierre Trudeau en 1976, Jean Chrétien en 1998 y Justin Trudeau en 2016). También Fidel Castro visitó el norteño país en abril de 1959 y en el año 2000 fue a los funerales de Pierre Trudeau, con quien sostenía buenas relaciones de amistad.

El tiempo pasa, pero lo premia la memoria de quienes gustan saber cuánto de él se escribe, pues José Martí dejó escrito que: “es necesario elevarse a la altura de los tiempos, y contar con ellos”.  De ahí el agradecimiento al Dr. John M. Kirk, por sus aportes bibliográficos y el amor que siente por Cuba, aún en tiempos de dificultades.

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