Madre, el gran poder de su amor

¿Cómo pagarle a una madre por el gran regalo de la vida? Te habrás preguntado y seguro responderás: ¡no hay dinero en el mundo para eso! Y tienes toda la razón porque ese es el regalo más grande para un ser humano.

Pero hay muchas formas de pagar ese presente que nos ha dado la madre, y es ser lo más grande para ella. Ser ejemplo como hombre o mujer, ser útil a la sociedad.

Es doloroso para una madre ver a su hijo tras las rejas de una cárcel por un delito cometido, y sin embargo ella estará allí visitando a su ser querido, cuando amigos y familiares, tal vez, le den la espalda por ese error cometido ante las normas jurídicas.

La madre será la única que te aplaude tus logros cuando los envidiosos ignoren las metas alcanzadas convirtiéndote en el primer médico de la familia, en el único periodista o en seguir la tradición de abogados o profesores en la estirpe.

El amor de madre es el amor más incondicional, porque ella es también incondicional con su creación y es que la crianza es una tarea titánica para ella, que estará contigo siempre, cuando otros solo te quieran por interés.

El amor de madre es también curativo cuando te acaricia la zona del dolor, cuando estás pasando una enfermedad, y sientes un gran alivio.

Un beso de la madre te llena de energía para triunfar si eres un atleta de alto rendimiento. Y ahí está la historia del famoso futbolista portugués Ronaldo.

Contó el futbolista que cierta novia que tuvo le recriminó por siempre andar con la madre para todos los viajes de vacaciones y este le explicó que él ha sido el gran deportista que es por su madre, quien le daba su comida ante la escasez o le compró el primer par de zapatillas para que practicara fútbol.

Pero que dicen los filósofos sobre las madres: Para Erich Fromm, psicoanalista y filósofo alemán «El amor de una madre es como la paz. No necesita ser adquirido, no necesita ser merecido».

«El amor de una madre es paciente y perdona cuando todos los demás abandonan, no falla o flaquea, incluso cuando el corazón está roto», sentenció Helen Rice, poeta estadounidense.

Es triste nacer y ver morir a una madre, en su momento del parto, porque vivirías una vida sin conocer el gran poder de su amor, poder que alienta, cura, aconseja, y persuade con la palabra.

Y aunque este domingo es el día de las madres, realmente todos los días son de las madres, porque es un papel que desempeña cada momento de su existencia, aunque pasa a un segundo lugar cuando nos llega el ansiado hijo.

Y es, entonces, cuando valoramos más a nuestra madre, porque con la llegada del primer hijo entendemos realmente que es un cariño único e incondicional por el gran poder de su amor.

José Miguel Ávila Pérez
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