A la eternidad partió este 12 de junio la voz femenina más querida del repentismo en Cuba, la inigualable Juana Tomasita Quiala Rojas, o Tomasita Quiala, como la conocía la mayor parte del pueblo.
Holguinera de nacimiento, oriunda del municipio de Banes, lo que no podía comunicar con sus ojos lo hacía con su inconfundible voz y sus expresivas manos.
La reina del repentismo en Cuba no poseía el don de la vista pero eso nunca le impidió ganarse el cariño y admiración de todos a fuerza de talento y un carisma envidiable por muchos.
Tomasita, incluso cuando la muerte la alcanzó después de sufrir complicaciones por un infarto cardiovascular en el mes de abril, fue siempre ejemplo de resiliencia y fortaleza espiritual.
Enseñó a muchos que una discapacidad física como la falta de visión, es solo eso, algo físico casi imperceptible si hay fortaleza de corazón y sueños por alcanzar, y así lo demostró con una vida donde alcanzó grandes reconocimientos como artista, mujer y madre.
Una voz fuerte, clara, precisa, que declamaba en pleno guateque o a través de la pantalla llegando a los hogares de miles de cubanos, que, además, trascendía fronteras con sus tonadas o mediante los cuentos, poemas y canciones que escribió.
Su carisma y su habilidad para improvisar versos la convirtieron en una figura emblemática del repentismo, un arte que celebra la tradición oral y la poesía popular.
Elocuente improvisadora y defensora de las raíces cubanas, Quiala pasa a la eternidad como una de las grandes de la cultura cubana.
Cuba por estos días honra su vida y obra, y desde la tierra holguinera que la vio nacer también se le rinde tributo y se le extraña.
Su ausencia se sentirá profundamente, pero su espíritu seguirá resonando en cada verso que se improvise en los guateques y en cada melodía que celebre la rica cultura del campo cubano.
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