La propina tal y como la conocemos no es más que una recompensa económica (aunque no exclusivamente) por un servicio de calidad. Si bien el tema ha sido objeto de varios análisis a nivel mundial ahora los cubanos, como ya viene siendo costumbre, imitan patrones capitalistas que no dejan indiferentes a nadie.
En muchos países la propina no es opcional, sino obligatoria, en naciones como Estados Unidos o Canadá este "dinero extra" es parte del salario de los camareros y la norma indica entre un 15 o un 20 por ciento de la cuenta.
En la India la generosidad de los clientes aporta más de la mitad del salario de sus dependientes y por si fuera poco en naciones como Francia, Holanda, Austria, Polonia o Brasil los camareros esperan recibir un 10 por ciento extra al 10 por ciento de propinas que viene añadido a la cuenta.
En la mayor de las Antillas el tema ha ido ganando en polémica. El desarrollo del turismo en el país ha propiciado que se cuente con este incentivo para mejorar ingresos. Y para nada esto se limita a camareros, incluye también a las "tías" de la limpieza, los músicos del hotel o restaurantes, aparcaderos de coches, guías de turismo, taxistas y hasta las recepcionistas.
Ojo que para nada critico el hecho de dar propina a quien la merece por un correcto trabajo o servicio brindado. Y bienaventurados aquellos que pueden darla. Pero, ¿obligatoria?
En una reciente visita a la capital de todos los cubanos (La Habana) pude apreciar como este fenómeno ha ido creciendo en complejidad para infortunio de muchos. Y poco faltará para que se extrapole al resto del país.
En la gran mayoría de los establecimientos privados esta remuneración ya viene impuesta en la cuenta con una cuota fija del 10 por ciento.
Escandaloso, no encuentro otra palabra. Porque además en el primer lugar que sufrí este "ataque" a mi bolsillo, la "compañerita" camarera con su mal trabajo ni un peso extra merecía.
Como decía al principio del comentario ya vamos sobraditos de querer imitar todo lo foráneo en busca de parecer más modernos. No es secreto que muchos salarios no pueden permitirse 10 por ciento extras, ni cinco ni uno.
Así que abogo por la antigua forma, la de ganarse la propina por la calidad en lo que haces y sabiendo que esta es opcional. Además debe partir única y exclusivamente del deseo del cliente.
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