El léxico disponible en el ámbito del sexo y la sexualidad es, para algunos, limitado. Debemos distinguir entre actos sexuales (como los besos, la masturbación, las caricias o el coito) y conducta sexual (comprende no sólo actos sexuales concretos, sino características tales como: ser coqueta o galanteador, vestir de determinada forma, proyectarse de manera sensual, etc.).
Asimismo, podemos hablar de un sexo destinado a la procreación (engendrar hijos), al disfrute (búsqueda exclusiva del placer sexual) o a la relación convivencial (compartir sentimientos y sensaciones con un ser querido).
En nuestros días para intentar explicar qué es la sexualidad se hace necesario tener en cuenta que esta es pluridimensional, se ve matizada por las perspectivas biológica, psicológica, sociocultural y clínica. Por ello conviene analizar separadamente sus diferentes dimensiones.
El plano biológico constituye la base sobre la que se establece el comportamiento sexual. Nuestra actitud para reproducirnos, nuestra capacidad para sentir y responder sexualmente, así como todos los cambios fisiológicos que tienen lugar ante un estímulo sexual, dependen de un programa genético que modula un sistema hormonal y una serie de controles nerviosos del que dependen ciertas diferencias en la respuesta sexual.
Los factores biológicos controlan, en gran medida, el desarrollo sexual desde la concepción hasta el nacimiento, así como nuestra aptitud para procrear después de la pubertad. Afectan también el deseo, nuestro funcionamiento y capacidad sexual e, indirectamente, la satisfacción derivada de una relación.
Por otra parte, la excitación sexual, cualquiera que sea el estímulo, produce una serie de efectos biológicos concretos: aceleración del pulso, respuesta de los órganos sexuales y sensación de calor y hormigueo en todo el cuerpo.
La dimensión psicológica está constituida por el conjunto de las emociones, los pensamientos y la perspectiva de cada individuo, que determinan su forma de actuar y de responder ante diferentes situaciones. La evaluación del aspecto psicológico de la sexualidad reviste importancia porque arroja luz no sólo sobre muchos trastornos sexuales sino también sobre nuestra evolución como seres sexuales.

En efecto, la familia, la escuela y los medios de comunicación van moldeando, de una forma casi imperceptible, nuestras ideas y actitudes hacia lo sexual.
Este proceso por el cual la sociedad va encausándonos hacia determinados comportamientos sexuales se halla en relación directa con los patrones culturales que rigen en esa sociedad y en ese momento determinados.
Hago énfasis en este punto, porque con demasiada facilidad se tiende a calificar de “naturales” o “antinaturales”, de “sanas” o “enfermizas”, determinadas conductas sexuales que son únicamente el producto de un sistema de valores predeterminado, pero al que no se le puede atribuir un valor universal.
Por su parte, la perspectiva clínica de la sexualidad incluye el análisis de todos aquellos aspectos que pueden alterar o deteriorar la función sexual, tanto biológicos como psicológicos o sociales.
Se piensa comúnmente que la sexualidad debe ser espontánea, es decir, debe surgir de una forma natural y libre de nuestro interior, pero en numerosas ocasiones no es así, fundamentalmente se trata de un aprendizaje social, aunque llegamos a creer que lo que hacemos y pensamos es espontáneo.

Existen numerosos impedimentos que pueden disminuir su placer o espontaneidad. Por ejemplo: problemas físicos, como enfermedades, lesiones o las drogas. Además emociones como el miedo, la ansiedad, la culpa, la depresión y los conflictos de orden convivencial, por solo mencionar algunos.
En el curso de los últimos años se han realizado notables avances en el tratamiento de una amplia gama de trastornos sexuales. Médicos, psicólogos y otros profesionales con conocimiento acreditado de sexología pueden asesorar sexualmente a sus pacientes y aplicarle la terapia sexual que corresponda, de acuerdo a sus dificultades.
Artículos relacionados
Para una mejor vida sexual
Sexualidad: mucho más que sexo
Una mirada a la sexualidad antes del siglo XX
Sexualidad y sexología en el siglo XX
La revolución sexual del siglo XX
Comentarios (0)